viernes, 30 de septiembre de 2016

Frase 004


¡Hola! Hoy les dejo el primero de tres consejos básicos que trae el libro Cómo fomentar la lectura en los niños para que ellos sean lectores. Seguramente ya los conocen, pero no está de más recordarlos. 

Ahorita que las actividades de homeschool están canceladas, hemos dedicado más tiempo a leer juntos. Hasta el más pequeño acerca su libro esperando su turno. Lo mejor es que seguimos aprendiendo y conviviendo por medio de la lectura. Un buen ejercicio para cuando la salud no es la óptima o se atraviesan cosas que nos sacan de rutina. 
Les deseo un bonito fin de semana. 

¡Ánimo, el Cielo nos espera!

jueves, 29 de septiembre de 2016

Pensamiento 003


Nuestro corazón es nada más ni nada menos que el horno donde se forjan los corazones de nuestros hijos. ¡Qué mejor privilegio que formarlos en todos los aspectos! Estar con ellos todo el día es la oportunidad de dedicarnos a formar a nuestros hijos de acuerdo a nuestros valores y convicciones. No significa que va a ser fácil, pero lo que vale la pena requiere esfuerzo y sacrificio de nuestra parte.  

¡Ánimo, el Cielo nos espera!

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Pensamiento 002



Esta frase de San Francisco de Sales me hace pensar en el trabajo de ser mamá. Actualmente no es valorado que la mamá se quede en casa a educar a sus hijos. Pareciera que no vale la pena invertir nuestro tiempo a formar a nuestros pequeños. Pero esto es lo mejor que podemos hacer y, con ello, llegar a la santidad. 

¡Ánimo, el Cielo nos espera!

martes, 27 de septiembre de 2016

Pensamiento 001

¿Qué onda con la socialización?

Además de la desescolarización, la socialización es otra preocupación frecuente. Esto fue algo que no se me ocurrió cuando empezamos homeschool. Me di cuenta de esta preocupación cuando ya nos habíamos subido al barco de educar en casa. No representó un problema para nosotros pues eran 5 hermanos en ese entonces, así que tenían de dónde escoger para socializar. Sin embargo, hubo un cambio en uno de mis hijos que me sorprendió y quiero compartir contigo.
El segundo de mis hijos es sumamente serio con otros adultos. Cuando está entre iguales o con nosotros habla, comparte, juego, bromea, sin problema. Pero habiendo otro adulto prácticamente no habla. De esto me fui dando cuenta poco a poco. La primera vez fue cuando tenía como 3 años. Unos amigos fueron a la casa y una comadre me dijo “Ay que bueno, tu hijo ya habla.” A mí me sorprendió mucho porque tenía, al menos año y medio que hablaba súper bien. Fue ahí que empecé a observarlo y me di cuenta que cuando había otros adultos no abría la boca ni para saludar.
Después entró al kínder y las maestras me decían que mi hijo no les contestaba cuando le preguntaban algo, o que les costaba mucho trabajo que contestara. Yo les comenté que era muy serio. Tuvo que pasar como medio ciclo escolar para que él empezara a interactuar con más confianza con sus maestras. Yo estuve muy al pendiente de detectar si tenía problema con alguna, pero siempre me habló bien de ellas. Sus dos años de preescolar, tuvo su maestra favorita, pero de las otras también me hablaba bien. Eso no quería decir que platicara mucho con ellas, pero, al menos, no sentía yo que estuvieran tratándolo mal.
Traté de quitarle esa pena o desinhibirlo. Cuando me pedía un dulce o algo de la tienda, le decía que si se la compraba si iba a preguntar cuánto costaba. Era tal su miedo a preguntar que se paralizaba y empezaban a salirle lágrimas porque no podía ir a preguntarle al de la tienda el costo. Otra cosa que sucedió en su escuela es que al año tenían que hacer 2 mini conferencias en el salón. Cuando le tocaba, preparábamos el tema, lo ensayaba en casa y todo iba muy bien. Pero el día que le tocaba hacerlo ante el salón, no le salía ni pio. Recuerdo que la maestra tenía que acercarse a que le fuera diciendo en secreto el tema y ella lo decía en voz alta. Mi hijito sufría mucho con esas conferencias, recuerdo que le podía ver sus lágrimas a punto de salir porque estaba al frente del salón. Yo, como mamá, no sabía si echarle porras, aplaudirle, salirme, recordarle que ya sabía el tema… era una situación muy tensa.
Fue por eso que decidí llevarlo al psicólogo. Al principio, hubo avance, pero después de un par de meses, se estancó. Así que decidí dejar de llevarlo y predicar con el ejemplo. Recuerdo que en esa época se nos juntaron 4 o 5 fiestas, así que aproveché y en cada una me ponía a cantar en el karaoke. Quería que viera que su mamá era el centro de atención y no pasaba nada. Gracias a Dios, para la última fiesta pidió cantar y sentí que había valido la pena. Poco a poco le fui pidiendo que fuera a comprar las tortillas, leche, etc. Yo lo esperaba por fuera de la tienda y él tenía que hacer toda la transacción.
Cuando salió de la escuela, seguimos trabajando en eso. Cuando menos me di cuenta, él ya no necesitaba que lo esperara por fuera de la tienda para comprar lo que le encargaba, podía ir a preguntar el costo de algo que quisiera comprar, saluda a otros adultos, etc. Actualmente, juega futbol de portero y tiene casi dos meses que empezó a acolitar en Misa.
Me pregunto qué hubiera pasado con mi hijo en la escuela si hubiera tenido que exponer a fuerzas, sin darle su tiempo, su ritmo, para ir agarrando confianza y seguridad. Siento que, en su caso, la “socialización” que brinda la escuela hubiera sido perjudicial para él.
Por otro lado, mi hija mayor, no necesitó de la escuela para ser sociable. Ella con cualquiera se acerca a platicar, jugar, saludar, etc. Y creo que ahora que estudia a su ritmo tiene más tema de conversación que si fuera a la escuela. Respecto a mis otros hijos, cada uno tiene su personalidad, hay unos más sociables, otros menos, pero los extremos son los hermanos mayores: uno tímido y la otra desinhibida.
Esta es mi experiencia. Creo que la escuela no es la fuente de la socialización. Es un recurso que puede ser benéfico o perjudicial, depende de cada niño. Lo más importante es el ejemplo en casa, la seguridad que les brindemos como papás. No espero que mi hijo sea un gran expositor, aunque luego pueden sorprendernos, pero ha llegado a un punto en el que es capaz de pedir algo que quiere o necesita sin paralizarse por el pánico.

Si vas a sacar a tus hijos de la escuela, que la socialización no te cause ruido. Aunque no tengan hermanos, pueden socializar al ir a la tienda, parque, biblioteca, con familia, y, tarde o temprano, conocerá más familias que eduquen en casa y habrá más oportunidad para desarrollar su habilidad para socializar. Si nos centramos en lo importante, las demás cosas se van a dar por añadidura.  
Espero que nuestra experiencia te brinde tranquilidad de que no todo tiene que ser perfecto. hay cosas que esperas cuando sacas a tus hijos de la escuela o decides no meterlos y que no se dan. sin embargo, también te vas a encontrar con sorpresas agradables en el camino y, yo creo, que serán muchas más las sorpresas agradables que las dificultades o carencias. 
¡Ánimo, el Cielo nos espera!
Nos estamos leyendo.

martes, 20 de septiembre de 2016

Abiertos a la vida y otras cuestiones...


Si me has venido siguiendo, te has dado cuenta que hasta ahora, el aspecto de la fe ha jugado un papel muy pequeño dentro de nuestra decisión de homeschool. Ya te había contado yo anteriormente que mi intención era hacer homeschool católico. Creo que al principio no estaba consciente de lo que implica hacer homeschool católico, por eso tuvo tan poca importancia la fe al principio. Sin embargo, Dios ha sido bueno conmigo y me ha ido mostrando por muchos medios a dónde espera que lleguemos.
Una de las cosas que he podido experimentar es estar abiertos a la vida con más tranquilidad, seguir las enseñanzas de la Iglesia dejando de ver a los hijos en términos de cuánto me cuesta cada uno. Pienso que esto es independiente a tus creencias religiosas. El poder invertir en educación de acuerdo a tus posibilidades, te ayudará a no estar preocupada pensando que ya viene el tiempo de pagar uniformes, útiles, cuotas, disfraces, festivales, colegiaturas, transportes, almuerzo, regalo de maestros, fotos y montón de otros gastos que hacen que la lista parezca interminable.
Deja te cuento que originalmente, mi esposo y yo acordamos tener 4 hijos. Para mí era el número ideal porque ya era una familia grande y sentía que a 4 todavía se les podía dar todo lo que se supone les tienes que dar a los hijos actualmente. Cuando quedé embarazada del primero de mis pilones, he de confesarte que si me sentí angustiada. Tres de mis hijos ya iban a la escuela y, aunque en ese momento podíamos seguir pagando colegiaturas, si pensaba que ya para secundaria, prepa o universidad mi esposo iba a tener que trabajar 3 turnos para poder cubrir los pagos. Fue un periodo de angustia inicial y, poco a poco, pasé confiar en que Dios iba a proveer lo necesario.
¿Te das cuenta? ¡Todavía no nacía mi hijo y yo ya estaba preocupada por lo que iba a suceder dentro de 12, 15 o 18 años! Todavía no sabía si era niño o niña, si venía sano o enfermo, y yo ya estaba angustiada por lo que pudiera pasar dentro de más de una década.
Cuando supimos de nuestro segundo pilón la experiencia fue totalmente distinta. Ya habíamos decidido hacer homeschool y, aunque nos estábamos cambiando a una ciudad que no conocía más que de pasada, el saber que yo podía cubrir la educación de mis hijos me ayudó a no sentir esa angustia y recibirlo con alegría. Ya no pensaba en lo que iba a pasar dentro de 12 años, sino en el parto, el embarazo y conocer la ciudad. ¡Qué experiencias tan diferentes! Y ahí comprobé, una vez más que Dios es bueno. Si nos pide estar abiertos a la vida, es porque Él va a proveer lo que necesitamos. Y eso mismo lo he vivido en cuanto a que me ha provisto de una paciencia que pensé que no tenía. Todavía me falta mucho por trabajar, pero definitivamente Dios me ha ido dando la paciencia que hace falta para ser mamá de una familia numerosa.
 Ahora, con nuestro tercer pilón, también he visto que Dios es bueno. Este bebé llega cuando ya hemos encontrado el método que nos funciona como familia. He podido probar algunos pequeños logros como: por primera vez enseñar a un hijo a leer, terminar un ciclo escolar completo, tener amigas que, aunque no todas viven en la misma ciudad que yo, si compartimos muchos intereses comunes y con ellas puedo apoyarme en el tema de la educación de mis hijos. Pero un tema clave para que yo sintiera esta tranquilidad es el curriculum que llevamos. Si quieres irlo conociendo, te invito a que entres a su página, pero definitivamente más adelante te platicaré con mayor detalle cómo cambió nuestra vida de homeschool el llevar Nobis Pacem.
Esta no es la única opción, de hecho, creo que es importante que cada familia investigue responsablemente qué metodología se adapta más a sus necesidades. De la misma manera en que no inscribes a tus hijos al primer colegio que se cruza por tu camino, tampoco uses los primeros libros que te encuentras. Es importante revisar el contenido, la forma de trabajo, los temas, etc. Pero tampoco te agotes tratando de buscar el método perfecto porque en eso se te puede ir la vida. Siempre va a salir un libro más padre, un material más moderno, un currículo más emocionante. Piensa en que la gente no se detiene a meter a sus hijos a la escuela porque la de la vuelta está mejor. Llega un momento en que tienen que tomar una decisión e inscribir a sus hijos. La ventaja es que con el homemschool podrás tomar una base e ir haciendo ajustes de acuerdo a tus necesidades. En la escuela no tienes esa libertad de cambiar temario, ajustar actividades, repasar un tema desde otra perspectiva, etc.
De la misma manera en que no es recomendable cambiar a tu hijo de escuela cada mes o cada año, no es recomendable cambiar de metodología o currículo cada rato. Por eso, toma tu tiempo para investigar y comparar. Haz una prueba de cómo te funciona y, una vez que encuentres lo que te sirve, adelante.
Y esta tranquilidad es lo que me ha tranquilizado en esto de ser familia numerosa. La incertidumbre que sentí al inicio, y que probablemente tú sientas, pasa. Si Dios te llamó a este estilo de vida, no te va a mandar a él sin las herramientas necesarias, al contrario, vas a descubrir talentos que te dio y que no habías usado.
¡Así que ánimo, el Cielo nos espera!

jueves, 8 de septiembre de 2016

Comprar material sin tener un plan

Si te preguntas ¿qué fue lo primero que hice cuando empezamos homeschool? Descansar. Era Diciembre, nos dedicamos a descansar, a dejar de correr para todo, disfrutar las mañanas e irnos en la tarde a la gimnasia con calma y a descansar, descansar y descansar.
Como los niños dejaron de ir a la escuela en diciembre, mi esposo me dio de presupuesto las colegiaturas que iba a pagar ese mes para que comprara material y lo que creyera que iba a necesitar. Yo me fui a la tienda de material didáctico y compré de todo sin tener un plan, lo que veía interesante era lo que echaba al carrito de compras. Me sentía como niña en juguetería.
Ahora sé que hubiera sido mejor empezar a documentarme sobre qué metodología iba a usar, qué creía yo que iba a funcionar a nuestra familia y empezar a leer sobre el tema, mientras los niños empezaban a disfrutar su niñez. Pero a mí ni se me ocurrió hacer un plan, yo estaba tan emocionada que, de la misma manera que decidimos hacer homeschool en un mes sin andar con tantos rodeos, de esa misma manera me lancé a comprar material sin un plan. 
Esto es algo que no te recomiendo. Si estás empezando tu homeschool o lo estás considerando, date un tiempo para ver diferentes opciones. La más obvia es llevar la escuela a casa literalmente. Seguir los libros de texto de cada grado y no complicarte en armar tu propio plan. Esta opción es válida. Una de las primeras familias que conocimos ha hecho esto con sus 7 hijos y han tenido éxito.
Lo ideal es definir un plan de trabajo, ser flexible a irlo ajustando a las necesidades de la familia y, sobre eso, comprar lo que se necesite, ya sea de material o mobiliario. Muchas veces vas a poder usar lo que ya tienes en casa sin necesidad de hacer gastos innecesarios.

Hay algo que me quiero comentarte. El homeschool no equivale a no gastar en escuelas. He visto casos de familias que piensan que sacar a los hijos de la escuela equivale a eliminar para siempre gastos de educación. Efectivamente, el homeschool puede ser mucho más barato que la escuela, pero también puede ser más caro, depende el plan de cada familia. así que no veas el homeschool como $0 en educación para mis hijos.
Educar a los hijos en casa implica invertir (hay que evitar verlo como un gasto, la educación de nuestros hijos siempre debemos verla como inversión) en material, algunas salidas a museos, parques, etc., copias, herramientas de trabajo (tal vez necesites una computadora, internet, impresora, etc), hay quienes invierten en clases particulares para desarrollar algún talento o inquietud particular de sus hijos e, incluso, invertir en un currículo. Sobre esta última inversión quiero contarte con más detalle, pero también será un poco más adelante.
Por lo pronto, ten en mente que homeschool y $0 para inversión en educación son cosas distintas. Ni en las escuelas de gobierno la educación es 100% gratuita, hay que comprar uniformes, algunos útiles, mochila, transporte, etc.
La gran ventaja de educar en casa es que realmente te puedes ajustar a tu presupuesto. Si un mes hubo un gasto extraordinario, ajustas el presupuesto sin la presión de que en X fecha tiene que estar pagada una colegiatura o dar para el paseo, festival, regalo del maestro, fotos de grupo, disfraz de bailable, etc.
Una familia con muchos años de experiencia en la educación en casa nos decía a mi esposo y a mí, cuando estábamos en proceso de decidirnos a hacer homeschool, que, como regla general, las familias que empiezan a educar en casa con la principal motivación de ahorrar dinero, fracasan y terminan regresando a los hijos a la escuela. Ahora que han pasado un par de años lo entiendo perfectamente. El homeschool presenta retos de cambios de paradigmas muy grandes. El proceso de desescolarización es para los niños, pero también para los papás. El cambio de rutina no es automático. No es lo mismo recoger la casa sola, que recogerla con los hijos presentes. Simplemente eso, puede llegar a ser frustrante.
Es por eso que generalmente regresan a la escuela las familias cuya principal motivación es el aspecto económico. No tiene sentido pasar por tantos cambios, tantos ajustes por ahorrar dinero. Prefieren meter a sus hijos a escuelas más baratas o de gobierno que hacer el sacrificio de ajustarse al nuevo estilo de vida.
Por eso, personalmente pienso que hay que seguir considerando la educación de nuestros hijos como una inversión. Qué tan grande o qué tan pequeña, eso lo puedes decidir tú, sin el riesgo de que dejen sin presentar exámenes por no haber pagado colegiaturas, o que cada mes te manden una circular de que ya pagues la escuela, etc.
Si te preguntas qué pasó con el material que compré al inicio. Mucho de ese material lo doné a otras familias. No se ajustaba a la metodología que hemos decidido llevar en casa y no me resulta práctico llenarme de cosas que no se van a usar.  Por eso te insisto en que primero hagas un plan y luego compres lo necesario. Familia Católica tiene un pequeño programa de 10 pasos para iniciar tu homeschool, el cuál te puede ayudar a organizar tus ideas y tener un arranque de ciclo escolar más organizado y exitoso. Te dejo aquí el enlace.
Como siempre, te comparto mi experiencia para que evites mis errores y te sientas más tranquila al iniciar este nuevo estilo de vida.
Dios te llene de bendiciones.
Nos leemos a la próxima entrada. 

lunes, 5 de septiembre de 2016

Hábitos y rutina (Parte 1)

Lo acepto. He estado posponiendo escribir sobre esto porque es uno de mis talones de Aquiles. Hábitos y rutina… Rutina y hábitos… es algo en lo que empiezo a trabajar con mayor conciencia de la importancia y de lo que abarca. Ahorita me voy a enfocar a lo que es orden y limpieza, ya después iré compartiéndoles otras cosas.
Quiero empezar desde el principio. Ya sé, van a ser varias entradas sobre este tema, pero creo que es importante que te cuente mis caídas y tropiezos y las veces que me he topado con pared porque espero te sirvan para experimentar en mis zapatos y evitar mis errores o, en caso de que ya hayas caído en ellos, recuerdes que siempre se pueden arreglar. Es más difícil arreglar que construir correctamente desde el principio, pero confío en Dios en que se puede enderezar el camino. Y justo me encuentro en ese proceso. Por eso, no me siento la persona más indicada para decirte qué hacer o no hacer respecto a hábitos y rutina, lo que quiero es compartirte lo que he hecho, tal vez alguna idea te sirva para aplicarla en tu hogar, haciendo las adaptaciones necesarias y te ayude a evitar mis mismos tropiezos.  
Vamos al inicio entonces, a ver los antecedentes. Si me preguntas, me describo como persona desordenada en lo material, pero las ideas creo que las tengo más ordenadas, hay algunas cosas en las que me gusta llevar cierto orden para poder avanzar. Ahora que lo pienso, tal vez, más que desordenada me falta ser constante, perseverante, obligarme a hacer las cosas a pesar de que esté cansada o tenga algo más interesante que hacer.
De chica, no me inculcaron ese buen hábito. Si recuerdo que mi mamá me ponía a hacer algunas cosas en casa, pero creo que le resultaba más fácil hacerlo ella a estarme insistiendo. Agradezco a mi mamá todo lo que hizo por mí, por mi hermano. Supongo que todos los retos que le presentó la vida no le dieron tiempo de enfocarse a esos detalles de inculcarnos el orden y la disciplina. Lo chistoso, es que mi hermano, 6.5 años más chico que yo, es todo lo contrario, por naturaleza ordenado en todas sus cosas, él dice que a veces resulta exagerando y termina siendo un problema no poder relajarse en algunas cuestiones. Creo que, si pudiéramos mezclarnos él y yo, llegaríamos a un buen punto medio.
Recuerdo que, cuando iba en la Universidad y me tocó vivir sola, me di cuenta que eso del orden no era lo mío. Deseaba que mi futuro esposo fuera ordenado, pensaba que eso iba a solucionar la situación: él, siendo ordenado me obligaría a hacer igual. Tampoco fue la solución. Sentarme en mis laureles y no hacer cambios, esperar que alguien más viniera a solucionar mis defectos, no sirvió de mucho. Mi esposo no es desordenado, más bien es muy tolerante, me aguanta mi desorden, incluidas todas mis locuras, como tener 7 hijos, hacer homeschool, inculcarles la fe católica sin ser creyente, etc. Es una persona muy paciente y tolerante.  
Los primeros tres años de casados, no tuvimos ayuda en casa, pero éramos poquitos, así que no se notaba tanto el relajo. Al tercer año de casados buscamos ayuda en casa, obviamente, con más hijos y mi falta de buenos hábitos empezaban a hacer estragos. Tuvimos 2 personas que no ayudaban. La primera duró 3 o 4 meses, la segunda duró 5 años. Y se fue porque nos cambiamos de ciudad, de lo contrario yo pienso que seguiría con nosotros.
La señora era todo lo que yo podía desear: hacía el quehacer bien, sin necesidad de que anduviera atrás de ella, estaba tooooodooooo el día en mi casa, jugaba con mis hijos y, si yo necesitaba salir, los cuidaba incluso por la noche, hacía de comer, doblaba ropa, planchaba…. Bueno, qué más podía yo desear. Me resolvía todo. En lo que respecta a labores del hogar la verdad es que si le delegaba todo. Lo que yo trataba era de encargarme yo de mis hijos, hacerles comida, ayudarles con la tarea, llevarlos a gimnasia, etc. Más bien, le dejaba todo lo de la casa.  
Ahora, no creas que esta maravillosa señora, con la cual estoy profundamente agradecida, me ayudaba todos los días. No. Llegó a ir desde 1 día por semana hasta la semana completa. La mayor parte del tiempo estuvo con nosotros 2 – 3 días por semana. Pero qué es lo que pasaba. El día que ella estaba si medio ayudábamos, llevar el traste a lavar, uniforme en ropa sucia, etc. Cosas sencillas. Ni pensar en tender camas, lavar nuestro traste, mantener el orden, nada de eso. Lo curioso es que yo consideraba que estaba haciendo un buen trabajo con los niños. Llevaban su traste a su lugar, decían gracias y por favor, sus libros y cuadernos estaban limpios, nada de tachoneados o maltratados, siempre llevaban la tarea completa, iban a su gimnasia, qué otra cosa había que hacer.
Viendo hacia atrás, creo que para mí fue una venda en los ojos que los niños estuvieran en la escuela. No me daba cuenta de que en realidad no eran hábitos con raíces profundas. Por ejemplo, si jugaban y sacaban juguetes, no les molestaba volver a guardarlos. Y no había tanta necesidad. El día que iba la señora ella los recogía, el día que no iba podían pasar dos cosas: si no le tocaba ir al día siguiente había que guardarlos; si le tocaba al día siguiente, para qué me iba a desgastar yo arreando hijos, ya mañana nos ayudarían a recoger. Cuando dejaron de ir a la escuela, ya no había un tiempo sin hijos para dejar recogido. Para mí era muy muy frustrante ir recogiendo y que ellos fueran tirando atrás de mí. Pero de nuevo, no lo empecé a trabajar enserio, porque teníamos ayuda. La verdadera batalla empezó cuando nos cambiamos de ciudad y fue muy difícil conseguir quien nos ayudara en casa. En primera porque no me acomodaba con nadie. En un periodo de año y medio aproximadamente, tuve entre 5 y 6 señoras de aseo. Para mí era muy desgastante tener que estar buscando. No estaba acostumbrada a estar cambie y cambie de señora de aseo. La otra es que aquí es el doble de caro. Si, tenía que pagar más dinero, por menos tiempo, entonces, en realidad no alcanzaban a hacer gran cosa. Simplemente doblar ropa en mi casa es una tarea titánica. No me gusta lavar todos los días, así que cuando lo hago es mucha ropa la que sale, y no tanto porque tengamos muchísima, más bien porque es ropa de 8 personas. Así que había días que únicamente venían a doblar ropa, medio barrer, medio trapear y lavar trastes. No daba tiempo para más.
Así que primera lección: aunque tengas ayuda en casa, inculca en tus hijos a ser responsables de sus cosas. A siempre guardar lo que están usando antes de sacar otra cosa, a cuidar los juguetes, porque así es como van a cuidar su material de homeschool. Ya sé, no es descubrir el hilo negro, esto es algo muy básico, pero tristemente y con vergüenza lo admito. No tuve la visión para inculcar esto en mis hijos desde bebés o, al menos, desde que dejaron de ir a la escuela.
Tenme un poco de paciencia, poco a poco te voy a ir compartiendo lo que he aprendido en este tiempo. Creo que nos falta mucho, pero gracias a Dios hemos hecho progresos. Espero que te sirva para tomar ánimo y agarrar a este toro por los cuernos. Es trabajo pesado, pero al final, nos veremos recompensadas con una vida más tranquila y armoniosa.


¡Bendiciones!

sábado, 3 de septiembre de 2016

Tiempo para que sean niños

He notado que a algunas familias que sacan a sus hijos de la escuela, de pronto les presiona empezar de inmediato y seguir el calendario escolar. Lo más sano, y recomendado por muchas familias que te des un periodo para desescolarizar tu mente y la de tus hijos.
Una de las preguntas que hacían mis hijos casi todos los días era si les iba a seguir dejando tarea y si iba a haber exámenes. Creo que ellos estaban igual de perdidos que yo en cuanto cómo iba a ser nuestra vida de ese momento en adelante. A veces me gustaba bromear con ellos y decirles que iban a tener muchas más tareas, pero la mayoría de las veces les decía que no, que las tareas y exámenes se habían acabado.
Recuerdo que mi interés en Diciembre y Enero era que jugaran, que disfrutaran de sus hermanos y de ser niños. Así que te invito a que te olvides del miedo de atrasarte, de que los niños dejen de aprender. En realidad, ese tiempo que no están haciendo “nada” se están conociendo, están descubriendo su nueva dinámica familiar y también tú te estás adaptando a tener a tus hijos en casa todo el tiempo. La sociedad ha hecho tan buen trabajo haciéndonos creer que, si no van a la escuela, guardería, actividad extra escolar, etc.  los niños no van a poder desarrollarse de manera adecuada. Para que sean adultos exitosos la sociedad los empuja a ser adultos desde niños llenándolos de tantas actividades que lo único que se consigue es que vivan estresados.
Toma tiempo cambiar esta forma de pensar y confiar en nosotras mismas, en que si podemos dar lo mejor a nuestros hijos. Dejar de pensar que tienes que seguir el calendario estricto de la escuela, que si no leen a los 6 años algo anda mal, que si no son capaces de sentarse 5 horas y poner atención al pizarrón es porque algo anda mal, que la única manera de evaluar el desarrollo y aprendizaje de un niño es por medio de los exámenes, que si el niño no convive 5 horas con otros niños en un salón de clases no va a aprender a socializar, que la maestra es la única capacitada para trasmitir conocimientos académicos a tus hijos, etc.
Ya te he compartido un poco de esto en la entrada sobre cómo vivimos nuestra desescolarización. Así que aquí reafirmo lo que te conté sobre nuestra experiencia de desescolarización: el tiempo para cambiar el chip mental es muy importante. No se trata de llevar la escuela a la casa, se trata de construir un nuevo estilo de vida integral, que abarca mucho más que lo académico. Un tiempo para fijar objetivos y metas familiares y, si eres creyente, para poner a Dios en primer lugar, en el centro de tu vida y la vida familiar. Es un cambio de vida, no de escuela, por eso, disfruta este tiempo y, aprovecha para trabajar en hábitos, rutinas, establecer objetivos, para conocer más a tus hijos, para conocerte a ti misma. Estoy segura que tarde o temprano vas a descubrir cómo enseñarles lo académico. Es posible, incluso, que sean tus mismos hijos quienes lo descubran, pero si no dedicas un tiempo a la familia, a adaptarse este nuevo estilo de vida, nadie lo va a hacer por ti.
¡Ánimo! El mundo no se acaba por dejarlos ser niños sin tener que aprender nada académico por unos meses. Recuerda que dejarlos ser niños no es lo mismo a que no tengan deberes en casa (que fue lo que me pasó a mí). Ayúdales a aprender que les toca hacer su parte en el hogar porque es el lugar donde vive toda la familia y ellos son parte de ella.
Te espero en la siguiente entrada.

¡Bendiciones!