Esta frase de San Francisco de Sales me hace pensar en el trabajo de ser mamá. Actualmente no es valorado que la mamá se quede en casa a educar a sus hijos. Pareciera que no vale la pena invertir nuestro tiempo a formar a nuestros pequeños. Pero esto es lo mejor que podemos hacer y, con ello, llegar a la santidad.
¡Ánimo, el Cielo nos espera!
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