Gracias a Dios, el día empezó bien. ¡Ah! me falta contarte cómo han sido estas últimas tres semanas en nuestro homeschool. Prometo hacerlo pronto. Pero hoy empezó bien. Hicimos una actividad, que te compartiré más adelante, y después los niños querían jugar con los legos.
¿Te preguntas qué tan ordenado y perfecto es todo en mi casa? Aquí cómo quedó la sala cuando sacaron los legos. También algunas de las creaciones de los niños. A veces nos estresa más que todo esté en su lugar y no damos espacio para que jueguen y sean creativos. Debo confesar que no siempre los dejo jugar con legos porque los chiquitos no tienen cuidado y, literalmente, toda la casa termina con legos en el piso. Así que la primer lección fue relajarme y darles espacio para que usaran su creatividad, ya habría tiempo para recoger después.
Pues todo bien hasta aquí, pero de pronto empezaron a desaparecer hijos. Pensé que habían terminado de usar los legos y los mandé a recoger, sin obtener respuesta. Bajé a hacer la comida y fueron pocos los que acudieron al llamado de "hora de comer".
Pues resulta que 5 de 7 personas presentes en casa, incluida yo, estábamos mal de la panza. Así que comieron, los que pudieron comer y el resto dormido. Ya viste cómo quedó la casa llena de legos y juguetes. A estas alturas del embarazo, estarme agachando me cuesta trabajo, por lo que necesitaba ayuda. Y fue aquí que se dio la lección sin pensarlo. Les dije a los dos hermanos despiertos, que eran la 3° y el 4°, que era hora de recoger todos los juguetes.
Al principio no lo hicieron de muy buena gana porque ellos no habían hecho todo el relajo pero les estuve ayudando y poco a poco fueron agarrando el ritmo. Cuando ya estábamos en el piso de abajo, me di cuenta que era una buena oportunidad para mostrarles que estaban haciendo una obra de misericordia. Les pregunté si las recordaban pero tuve que ayudarles. En cuanto escucharon "cuidar al enfermo" los dos dieron: "Esa estamos haciendo mamá, estamos cuidando a nuestros hermanos enfermos al recoger su parte." A partir de ahí, la actitud fue mucho más servicial, pues platicamos que las obras de misericordia hay que hacerlas con amor pues son un regalo para Dios. Bajó otro hijo y, ya desmodorrado, se unió sin problema a la recogida de juguetes. A pesar de ser de los más pequeños, el ejemplo de sus hermanos lo arrastró. Y así quedó la casa después de que trabajamos:
Aprovecha todas las oportunidades que tengas en casa para enseñar a tus hijos. No todo es conocimiento académico, hay que ocuparnos de formar su corazón, esas pequeñas almas blancas que Dios nos encargó.
¡Ánimo, el Cielo nos espera!
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