Muchas familias empiezan a
hacer homeschoool este ciclo escolar y una de las dudas es la
desescolarización, la cual es un tiempo en el cual te desprogramas, junto con
tus hijos, de todo el sistema escolar, los miembros de la familia aprovechan
para conocerse más e ir buscando una rutina que se ajuste a las necesidades de
la familia. En este periodo lo importante es centrarse en la familia, en gustos
de cada quien, convivencia, mucho juego, etc.
Te cuento cómo la vivimos nosotros.
Cuando sacamos a los niños de la escuela en Noviembre de 2013, recibí algunas
propuestas de su parte. La primera era darme más beca para mis hijos, cuando la
rechacé, me dijeron que los dejara terminar el semestre escolar, es decir, que
continuaran yendo el mes de diciembre para que hicieran los exámenes y
asistieran a posadas y demás convivios previos a Navidad. En cierta forma, esto
se me hizo tentador, que los niños fueran por última vez a convivir con sus
compañeros y maestras. El problema, es que antes de la convivencia se
atravesaban los exámenes. Estos no me daban ningún beneficio. El tener la
boleta con calificaciones hasta Diciembre, no me daba certificado escolar de
todo el ciclo y si sometía a mis hijos a la presión de estudiar. Así que
decidimos que tampoco irían en diciembre, a pesar de que nos ofrecían que
fueran sin pagar colegiatura.
Por fin, el 1° de Diciembre,
mis hijos oficialmente estaban desescolarizados. Nuestra primera decisión fue:
dejarlos jugar. Habían estado sometidos a tanta presión con escuela y gimnasia
que las mañanas las dedicaban enteramente a jugar, a convivir, a ser niños y
conocerse más entre hermanos. Por las tardes, nos íbamos a la gimnasia. Estaban
felices. Así pasamos todo Diciembre y Enero. En Febrero, cuando tenía planes de
empezar a descubrir el hilo negro de cómo dar clases, Dios nos tenía otros
planes. A mi esposo le llegó una oferta de trabajo de otra ciudad y empezamos a
explorar la posibilidad de mudarnos. Ya no estábamos atados a la escuela, así
que pensar en cambiarnos a medio ciclo escolar no era problema.
Febrero y Marzo los pasamos
analizando esta opción, conociendo la nueva ciudad, empacando, haciendo
mudanza, cerrando asuntos en una ciudad y adaptándonos a la nueva, etc. Así que
tampoco tuvimos un inicio de clases formal. Sí hice algunas pruebas en este
periodo. Lo primero fueron un par de clases con los libros de texto. Fue una
experiencia que no me gustó. Tenía 3 hijos con sus libros y dos bebés
inquietos. Cada hijo me preguntaba un tema distinto, aunque estuviéramos viendo
la misma materia, cada uno tenía solicitudes distintas: uno quería pegamento y
cartulinas, otro quería un equipo de compañeros para hacer la actividad, el
otro no sabía leer y quería saber las instrucciones…. Y dos bebés dando vueltas
por toda la casa.
Recuerdo que esos días fueron
de los que mi esposo me encontraba llorando en un rincón debido a la
frustración, tanto mía como de los niños. Así que, lo más sano para todos, fue
donar los libros. Sin tocarme el corazón pensando en cuánto nos habían costado
los donamos a una amiga que conoce una asociación que da clases a niños de
bajos recursos.
Listo, problema resuelto y
lección aprendida. Seguir libros de texto no es para nuestra familia. Quiero hacer
un paréntesis para aclarar que los libros de texto no fueron para nosotros,
pero hay familias numerosas a las cuales les funciona de maravilla. Ya sea que
usen libros que les donan otros amigos cuando sus hijos terminan el ciclo o que
se vayan a las librerías en periodo de inicio de cursos, cuando están surtidas
de guías y libros de texto, a ellas les funciona muy bien seguir este esquema.
Mi siguiente intento fue seguir
el método Montessori. No, tampoco fue para nosotros. Eso de estar en silencio y
tener la atención enfocada en un solo hijo me volvía loca con los otros 4. Debo
aceptar que muy probablemente no apliqué de manera correcta el método, no
profundicé lo suficiente o no hice las adaptaciones necesarias para que
funcionara en nuestra familia. Pero ese ambiente de silencio no se daba en mi
casa. Así que también pronto lo descarté.
Finalmente decidí hacer mi
propio intento. Organicé una semana de actividades sobre el sistema solar. Un día
vimos qué era e hicieron una maqueta, al siguiente puse un video e hicieron un
planeta de yeso, otro día vieron un documental y les busqué una canción de los
planetas y el último día los dejé escribir un cuento sobre lo que habían
aprendido. El chiste es que todos hicimos todas las actividades juntos. ¡Sí!
Éxito total. Eso era lo nuestro, trabajar todos en el mismo tema, hacer las
mismas actividades. Empezaba a descubrir cuál iba a ser nuestro camino.
Como te decía, en Abril que ya
estábamos instalados pensé en que era buen momento de empezar a ver lo de las
clases con mayor seriedad pero Dios nos tenía otra sorpresa. Estaba embarazada.
No sé cómo sea tu primer trimestre de embarazo, pero a mí los achaques, el
sueño y el hambre me desbalancean. No tenía caso empezar a dar clases si no
podía estar al 100%. Así que, durante el embarazo y los primeros meses de mi 6°
hijo, los hermanos la pasaron jugando, conviviendo, haciendo equipo. Si hubo
intentos aislados de hacer algunas clases, pero básicamente eran para probar
diferentes métodos.
Por eso, nuestro periodo de
desescolarización fue de más un año. Mi mente y mi vida necesitaron todo este
tiempo para irse desescolarizando. Sí hubo muchos días que me sentía presionada
por empezar porque se “iban atrasando”, y fueron días en los que me sentaba a
llorar cuando llegaba mi esposo, o le hablaba a su trabajo a medio día para que
me escuchara. Hubo muchos días muy felices, pero otros emocionalmente muy
difíciles. Gracias a Dios, conocí un grupo de mamás que iban empezando
homeschool y nos juntábamos cada mes. A veces a escuchar el testimonio de
familias con años de hacer homeschool, expertas en Montessori, método clásico,
organizamos una posada y una noche para festejar a todos los santos o
simplemente nos reuníamos para que los niños jugaran y nosotras platicáramos.
Este grupo de apoyo también fue
de gran ayuda, saber que no estaba sola contra el mundo y que lo que me pasaba
no era nada más a mí. Por whatsapp compartíamos nuestros éxitos y dificultades,
y eso nos hacía sentir más humanas y cercanas, nos permitía identificarnos unas
con otras. Te recomiendo mucho que busques un grupo de apoyo. En algunas
ciudades es difícil, ya sea por la distancia o porque hay pocas familias que
hacen homeschool. Pero, gracias a Dios tenemos mucha tecnología que nos permite
estar en contacto con personas que físicamente están lejos.
Así que, no te preocupes si tus
hijos pasan desescolarizados un mes o un año. Es bueno tomarse el tiempo para
convivir, conocer este nuevo estilo de vida, investigar qué metodología sirve
más a tu familia, etc. Mi experiencia personal es que un año sin clases, no
pasa nada. Los niños no se vuelven ignorantes, si hay cosas que van olvidando
que ya habían aprendido en la escuela, pero, cuando encuentres el método que
cubre las necesidades de tu familia, todo ese “tiempo perdido” lo van a
recuperar con creces. ¡Ánimo!
No quiero terminar esta entrada
sin decirte lo que me hizo falta, lo que pude haber hecho mejor. Ese año de
desescolarización lo pude haber aprovechado mucho más si hubiera trabajado
hábitos y rutina. Sin ver nada académico, simplemente trabajar en lo que nos
iba a hacer los días de clases más sencillos.
Si estás en esta etapa te
recomiendo que te enfoques a ver qué estilo de vida les funciona, cómo van a
organizar las comidas, quehacer, tiempo libre, etc. No es lo mismo hacer la
comida cuando los hijos están en la escuela, que cocinar cuando los tienes a
todos junto a ti, unos queriendo ayudar, otros queriendo hacer una actividad,
etc. Tampoco es lo mismo recoger la casa cuando estás sola, que cuando vas
recogiendo y algún hijo, si no es que más, van “desrrecogiendo” atrás de ti.
Trabajar en hábitos y rutina me
hubiera sido muy útil, pero fue algo que no tuve la visión de hacer y que,
cuando me lo comentaban, realmente no entendía a qué se referían, no con la
profundidad que ahora lo veo. Yo pensaba que tenían buenos hábitos porque
llevaban su traste a lavar, ponían ropa sucia en el bote, etc. Pero, para una
familia homeschooler, los hábitos deben ir más allá con el fin de tener una
vida más tranquila y llevadera. De esto te platico en otra entrada.
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