lunes, 29 de agosto de 2016

Desescolarización


Muchas familias empiezan a hacer homeschoool este ciclo escolar y una de las dudas es la desescolarización, la cual es un tiempo en el cual te desprogramas, junto con tus hijos, de todo el sistema escolar, los miembros de la familia aprovechan para conocerse más e ir buscando una rutina que se ajuste a las necesidades de la familia. En este periodo lo importante es centrarse en la familia, en gustos de cada quien, convivencia, mucho juego, etc.
Te cuento cómo la vivimos nosotros. Cuando sacamos a los niños de la escuela en Noviembre de 2013, recibí algunas propuestas de su parte. La primera era darme más beca para mis hijos, cuando la rechacé, me dijeron que los dejara terminar el semestre escolar, es decir, que continuaran yendo el mes de diciembre para que hicieran los exámenes y asistieran a posadas y demás convivios previos a Navidad. En cierta forma, esto se me hizo tentador, que los niños fueran por última vez a convivir con sus compañeros y maestras. El problema, es que antes de la convivencia se atravesaban los exámenes. Estos no me daban ningún beneficio. El tener la boleta con calificaciones hasta Diciembre, no me daba certificado escolar de todo el ciclo y si sometía a mis hijos a la presión de estudiar. Así que decidimos que tampoco irían en diciembre, a pesar de que nos ofrecían que fueran sin pagar colegiatura.
Por fin, el 1° de Diciembre, mis hijos oficialmente estaban desescolarizados. Nuestra primera decisión fue: dejarlos jugar. Habían estado sometidos a tanta presión con escuela y gimnasia que las mañanas las dedicaban enteramente a jugar, a convivir, a ser niños y conocerse más entre hermanos. Por las tardes, nos íbamos a la gimnasia. Estaban felices. Así pasamos todo Diciembre y Enero. En Febrero, cuando tenía planes de empezar a descubrir el hilo negro de cómo dar clases, Dios nos tenía otros planes. A mi esposo le llegó una oferta de trabajo de otra ciudad y empezamos a explorar la posibilidad de mudarnos. Ya no estábamos atados a la escuela, así que pensar en cambiarnos a medio ciclo escolar no era problema.
Febrero y Marzo los pasamos analizando esta opción, conociendo la nueva ciudad, empacando, haciendo mudanza, cerrando asuntos en una ciudad y adaptándonos a la nueva, etc. Así que tampoco tuvimos un inicio de clases formal. Sí hice algunas pruebas en este periodo. Lo primero fueron un par de clases con los libros de texto. Fue una experiencia que no me gustó. Tenía 3 hijos con sus libros y dos bebés inquietos. Cada hijo me preguntaba un tema distinto, aunque estuviéramos viendo la misma materia, cada uno tenía solicitudes distintas: uno quería pegamento y cartulinas, otro quería un equipo de compañeros para hacer la actividad, el otro no sabía leer y quería saber las instrucciones…. Y dos bebés dando vueltas por toda la casa.
Recuerdo que esos días fueron de los que mi esposo me encontraba llorando en un rincón debido a la frustración, tanto mía como de los niños. Así que, lo más sano para todos, fue donar los libros. Sin tocarme el corazón pensando en cuánto nos habían costado los donamos a una amiga que conoce una asociación que da clases a niños de bajos recursos.
Listo, problema resuelto y lección aprendida. Seguir libros de texto no es para nuestra familia. Quiero hacer un paréntesis para aclarar que los libros de texto no fueron para nosotros, pero hay familias numerosas a las cuales les funciona de maravilla. Ya sea que usen libros que les donan otros amigos cuando sus hijos terminan el ciclo o que se vayan a las librerías en periodo de inicio de cursos, cuando están surtidas de guías y libros de texto, a ellas les funciona muy bien seguir este esquema.
Mi siguiente intento fue seguir el método Montessori. No, tampoco fue para nosotros. Eso de estar en silencio y tener la atención enfocada en un solo hijo me volvía loca con los otros 4. Debo aceptar que muy probablemente no apliqué de manera correcta el método, no profundicé lo suficiente o no hice las adaptaciones necesarias para que funcionara en nuestra familia. Pero ese ambiente de silencio no se daba en mi casa. Así que también pronto lo descarté.
Finalmente decidí hacer mi propio intento. Organicé una semana de actividades sobre el sistema solar. Un día vimos qué era e hicieron una maqueta, al siguiente puse un video e hicieron un planeta de yeso, otro día vieron un documental y les busqué una canción de los planetas y el último día los dejé escribir un cuento sobre lo que habían aprendido. El chiste es que todos hicimos todas las actividades juntos. ¡Sí! Éxito total. Eso era lo nuestro, trabajar todos en el mismo tema, hacer las mismas actividades. Empezaba a descubrir cuál iba a ser nuestro camino.
Como te decía, en Abril que ya estábamos instalados pensé en que era buen momento de empezar a ver lo de las clases con mayor seriedad pero Dios nos tenía otra sorpresa. Estaba embarazada. No sé cómo sea tu primer trimestre de embarazo, pero a mí los achaques, el sueño y el hambre me desbalancean. No tenía caso empezar a dar clases si no podía estar al 100%. Así que, durante el embarazo y los primeros meses de mi 6° hijo, los hermanos la pasaron jugando, conviviendo, haciendo equipo. Si hubo intentos aislados de hacer algunas clases, pero básicamente eran para probar diferentes métodos.
Por eso, nuestro periodo de desescolarización fue de más un año. Mi mente y mi vida necesitaron todo este tiempo para irse desescolarizando. Sí hubo muchos días que me sentía presionada por empezar porque se “iban atrasando”, y fueron días en los que me sentaba a llorar cuando llegaba mi esposo, o le hablaba a su trabajo a medio día para que me escuchara. Hubo muchos días muy felices, pero otros emocionalmente muy difíciles. Gracias a Dios, conocí un grupo de mamás que iban empezando homeschool y nos juntábamos cada mes. A veces a escuchar el testimonio de familias con años de hacer homeschool, expertas en Montessori, método clásico, organizamos una posada y una noche para festejar a todos los santos o simplemente nos reuníamos para que los niños jugaran y nosotras platicáramos.
Este grupo de apoyo también fue de gran ayuda, saber que no estaba sola contra el mundo y que lo que me pasaba no era nada más a mí. Por whatsapp compartíamos nuestros éxitos y dificultades, y eso nos hacía sentir más humanas y cercanas, nos permitía identificarnos unas con otras. Te recomiendo mucho que busques un grupo de apoyo. En algunas ciudades es difícil, ya sea por la distancia o porque hay pocas familias que hacen homeschool. Pero, gracias a Dios tenemos mucha tecnología que nos permite estar en contacto con personas que físicamente están lejos.
Así que, no te preocupes si tus hijos pasan desescolarizados un mes o un año. Es bueno tomarse el tiempo para convivir, conocer este nuevo estilo de vida, investigar qué metodología sirve más a tu familia, etc. Mi experiencia personal es que un año sin clases, no pasa nada. Los niños no se vuelven ignorantes, si hay cosas que van olvidando que ya habían aprendido en la escuela, pero, cuando encuentres el método que cubre las necesidades de tu familia, todo ese “tiempo perdido” lo van a recuperar con creces. ¡Ánimo!
No quiero terminar esta entrada sin decirte lo que me hizo falta, lo que pude haber hecho mejor. Ese año de desescolarización lo pude haber aprovechado mucho más si hubiera trabajado hábitos y rutina. Sin ver nada académico, simplemente trabajar en lo que nos iba a hacer los días de clases más sencillos.
Si estás en esta etapa te recomiendo que te enfoques a ver qué estilo de vida les funciona, cómo van a organizar las comidas, quehacer, tiempo libre, etc. No es lo mismo hacer la comida cuando los hijos están en la escuela, que cocinar cuando los tienes a todos junto a ti, unos queriendo ayudar, otros queriendo hacer una actividad, etc. Tampoco es lo mismo recoger la casa cuando estás sola, que cuando vas recogiendo y algún hijo, si no es que más, van “desrrecogiendo” atrás de ti.
Trabajar en hábitos y rutina me hubiera sido muy útil, pero fue algo que no tuve la visión de hacer y que, cuando me lo comentaban, realmente no entendía a qué se referían, no con la profundidad que ahora lo veo. Yo pensaba que tenían buenos hábitos porque llevaban su traste a lavar, ponían ropa sucia en el bote, etc. Pero, para una familia homeschooler, los hábitos deben ir más allá con el fin de tener una vida más tranquila y llevadera. De esto te platico en otra entrada. 

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